sábado, 17 de julio de 2010

Carta a un viejo Antipoeta

Dueños y propietarios, esta no es la última palabra, sino la primera: los poetas ascendieron del infierno.

Para los incrédulos, la poesía fue un artefacto de primera necesidad; para nosotros, en cambio, es un objeto de magnificencia y esplendor: debemos existir sin la poesía de la indigencia.

Objetamos que el poeta es un Nigromante; un agorero que destruye el futuro de sus lectores: un demoledor de tranqueras y rosetones.

El poeta no es un hombre cualquiera.

Despreciamos los signos cotidianos; rechazamos la vulgaridad y la ignorancia.

El poeta está presente para retorcer el árbol erguido.

Revelamos al pequeño reptil, Descubrimos al asno dorado, Evidenciamos al rinoceronte colérico. Todos ellos deben ser multados con la pena de muerte por trastornar su linaje, por escribirle sonetos al amor, por vivir en las costillas del otro.

La poesía no nace en el corazón, sino en la navaja.

La poesía de ojos abiertos, la poesía de pecho armado, la poesía de cabeza coronada.

No creemos en ninfas ni en tritones, pero si en metralletas y tanques de guerra.

La poesía tiene que ser: una prostituta con puesto de senadora en el gobierno, o una iglesia completamente en llamas.

Para los incompetentes, la política fue un cuerpo geométrico donde se filtraron mascaras burguesas y un circo comunista. Neocreacionismo de segunda mano y antipoesia de mierda. Ociosidad exangüe y veleros quemados a orillas del océano.


Poesía demostrativa, gangosa, absurda e improcedente; Poesía prostituida y miserable. Poesía viscosa y anémica. Poesía que se basa en la sublevación de las imágenes.

Poesía de alegatos vetustos; irremediablemente extintos, ahogados en andrajos y artes poéticas limitadas en maquillaje de academia. En estética vanagloriada y conformista.

Los ordenadores y bancos se mueren de aburrimiento.

La poesía de las religiones artificiales y los aparatos superfluos, de los nervios asesinados, la poesía que recita balazos tanto para USA como para Latinoamérica.

Mientras desbaratan su duración en la poesía del amanecer, nosotros nos afanamos en la poesía de las sombras; de los códigos, del anonimato. Las tinieblas de la poesía no deben llegar a todos por igual;
La poesía solo se adquiere por pocos.

Nos enfrentamos contra la poesía antipoética.

Nos enfrentamos a la poesía de la escuela rural y a la del panteón sueco.

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